OBJETIVOS

- Por una parte, mirando hacia atrás (Platón, Epicuro, Aristóteles), podemos recordar el mito de la caverna y retomar algunos de los términos fundamentales que ya hemos visto aparecer durante el curso (verdad, realidad, felicidad, conocimiento, ilusión), así como identificar las tres grandes ramas de la filosofía que hemos trabajado: teoría de la realidad (ontología, metafísica), teoría del conocimiento (epistemología, gnoseología), y ética (también habría un pequeño espacio para la antropología, si se desea ).

- Por otra parte, mirando hacia adelante, el filme resulta muy útil para comprender el punto de partida de la teoría del conocimiento en el siglo XVII y el significado de las ideas como conjunto de los contenidos de conciencia (en este sentido las percepciones son ideas) [Véase documento 1]. El gran descubrimiento gnoseológico de la filosofía de aquella época fue que nosotros solo tenemos acceso –conocimiento- directo a lo que hay en nuestra mente, no a los objetos exteriores que presuntamente sean la causa de tales contenidos (nuestro propio cuerpo es, bajo cierta perspectiva, un objeto exterior, es decir, extramental, como se aprecia claramente en la filosofía de Descartes, aunque tenga también una dimensión interna que el propio Descartes subraya). En este punto se podría repasar lo estudiado, en su caso, el curso anterior (Filosofía y Ciudadanía) sobre la percepción: cómo determinadas energías se transforman en nuestro cerebro –o en nuestra mente- en imágenes, sonidos, olores, etc. Matrix muestra la posibilidad de una realidad ilusoria producida artificialmente en nuestros cerebros por un sofisticado sistema informático al que estaríamos conectados, y, por tanto, la posibilidad de que lo que es para nosotros real no lo sea verdaderamente, la posibilidad de que lo que es real en nuestra mente no se corresponda con lo que es real fuera de ella. La concepción del filósofo británico Berkeley podría ejemplificar lo que llamaríamos una especie de Matrix teológica: lo real es lo percibido y lo percibido no proviene de un mundo real extramental sino que es provocado directamente en nuestras mentes por Dios.
Supongamos que estamos conectados a Matrix o que nos encontramos en una situación similar, ¿podríamos estar seguros de algo? En cierto modo esta es la perspectiva de la duda cartesiana y, al igual que Descartes podríamos decir “`pienso luego existo”, o lo que es equivalente “existo en tanto que mente”, si nos encontráramos en la situación descrita solo podríamos estar seguros de que percibimos, sentimos y pensamos, y de que experimentamos esto o lo otro, Descartes creyó que eso implicaba la existencia de un “yo pensante” o alma, pero ya Hume señaló que no se debe suponer la existencia de un yo distinto del propio conjunto de los contenidos de conciencia. En cualquier caso, el problema esencial de Descartes, en este contexto, será el de tender un puente entre lo que es real para su mente y lo que es real fuera de su mente, es decir, en llegar al conocimiento (certeza) de la realidad extramental partiendo únicamente de datos mentales (“pienso luego existo”, idea de Dios). En última instancia, la solidez de ese puente va a depender de la existencia de Dios.
En cuanto a Hume, Matrix nos ayuda igualmente a comprender el escepticismo moderado respecto a la existencia de cuerpos u objetos independientes de la mente. De algún modo, como espectadores de la película nos situamos en un punto de vista cuya imposibilidad fue señalada por el filósofo escocés [v., documento 2 en Anexos] (y que coincidiría aproximadamente con lo que Putnam ha llamado “El ojo de Dios”): En tanto que espectadores podemos comparar lo que hay en la mente de los que están “conectados” (la realidad virtual, el "sueño" inducido por las máquinas) y lo que hay en el mundo real extramental [utilizo este término en un sentido relativo en contraste con el mundo mental -"sueño inducido"- de Matrix. Una realidad extramental en sentido absoluto sería el noúmeno kantiano].

-En tercer lugar, el filme nos va a permitir plantear dos cuestiones de orden moral:
(1) La elección de Cifra (que supone la traición a sus compañeros). Por una parte, podemos analizar las motivaciones de Cifra, qué tipo de valores están implicados en su elección (volver a ser conectado a Matrix, como alguien rico e importante), qué es para él “importante”, qué es para él la felicidad. La secuencia es muy significativa: el personaje saborea un filete, una copa de vino, un puro. La pregunta se puede hacer directamente a los alumnos: ¿pastilla roja o pastilla azul?, ¿desearíais volver a Matrix a vivir una vida previamente elegida o permanecer en la difícil realidad? Este es el origen del experimento mental que el filósofo Robert Nozick propuso en los años 70, y que con algunas diferencias reproduce el argumento de la película. La argumentación de Nozick apoyaría la preferencia por el mundo real [v., documento 3] .
(2) Cuando Morfeo es atrapado por los agentes de Matrix, se plantea la posibilidad de desconectarlo (lo que implica su muerte) para que no revele una información que pondría en peligro a los humanos liberados. Es un ejemplo de dilema moral: ¿matar a un solo individuo, a un compañero, para salvar a muchos, o dejarlo vivir asumiendo las consecuencias? [Juan Antonio Rivera (2003) señala que la primera opción se corresponde con el utilitarismo y la segunda con el deontologismo (p. 279 –v., también Nozick)].

-Por otra parte, hay una serie de cuestiones que permitirían otros desarrollos: ¿cómo es posible la conexión cerebro-Matrix desde el punto de vista científico-tecnológico? ¿Sería posible la hipótesis que plantea el filme? ¿Pueden las máquinas llegar a ser seres conscientes, tener mente? ¿Qué dificultades encontramos y qué se puede deducir de ellas? (Según H. Putnan, la hipótesis, en su versión, es conceptualmente imposible, y por tanto, falso que seamos “cerebros en una cubeta”).
Además, los directores han incluido deliberadamente en el filme alguna referencia al filósofo francés Baudrillard, pero quizás no deba tomarse muy en serio.